Wednesday, September 13, 2006

Por las barbas de Lucifer

El pelo facial, después de el falo, es el símbolo de masculineidad más importante en nuestra sociedad occidental. Encargarse apropiadamente del pelo facial es sinónimo de crecimiento, disciplina, carácter y otras cualidades que cualquier madre querría en su yerno. Hasta Papa Dios tiene barba.

Durante la obligatoria experimentación durantos los veintipicos, he ido aprendiendo unas pocas de cosas. Dejarse la barba da mucho trabajo. La mía no crece muy pareja, y hace que se vea puerca. Emparejarsela requiere mucho tiempo, y no es apto para alguien con prisa, torpe y con mal pulso. Es más, yo me pregunto como hay gente que alcanza simetría bárbica sin ser ambidiestros. Es una jodienda dejarse la barba, y hasta la chiva da trabajo.

El scruffy look que los actores sexy llevan en las peliculas es casi imposible de alcanzar. Pa mi que eso lo hacen con gráficas por computadoras. No he encontrado una maquina de afeitar que recorte al nivel perfecto de scruf, así que el único remedio es dejarla crecer y rogar por que en algun momento, tal vez por unas horas, el scruf tenga el largo deseado. El resto del tiempo se verá sucio y resaltará las ojeras haciendo a uno verse to chavau. Una chica me comentó una vez que ese scruf que alcancé por unas horas se veía bien (milagro!!!), pero que no me besaría por que ese largo era el más que piquiña que le daba. Pal carajo el scruf.

Así que me quedo con una opción: nalguitas de bebé. Una afeitada buena no puede ser alcanzada con una máquina de afeitar eláctrica. Microscopía Electrónica revela que una maquina de afeitar electrica, debido a ser en seco, jala y mastica el pelo. Algunos gustarían de tales recibir tales comportamientos en sus falos, pero a nadie le gusta en sus barbas. Además, sencillamente no puede ser tan cerca, y nunca queda la cara suave suave suave.

La navaja de afeitar desechable introducida por Gillete en 1901 se ha convertido en la forma de afeitar más popular. Es simple, segura, y eficiente. Sólo requiere crema de afeitar y una navaja. Las cremas vienen en todo tipo de olores y con todo tipo de humectantes. Las navajas más caras han incorporado avanzadas tecnologías espaciales, incluyendo múltiples navajas en un rastrillo, y barritas babositas de humectante. No podemos olvidarnos del mercadeo extremo asociado con estas navajas futurísticas que te hacen sentir tan orgulloso como si pudieras pilotear un F-16. Sin embargo, las más baratas no me duran ni una afeitada completa, y terminan cortandome la cara cómo un campo arado. Debe ser por eso que se le llaman rastrillo. Así que termino gastanto un hueval en navajas.

Yo uso mucha agua caliente para abrir los poros. Aplico la crema de afeitar, y espero un poco para que el pelo la absorva. Luego, me afeito suavemente siguiendo el flujo del pelo. Aplico más crema, y me afeito perpendicular al pelo. Una última pasada en contra del pelo me deja con una afeitada muy buena. Exploración tactil de mi cara revela los chivos, que son prontamente atacados y corregidos.

El problema es que esta afeitada no tiene carácter. La estética barbaránea es escencial en el estatus social, pero más aun es el carácter de esta. Investigaciones de científicos barbalógicos indican que la afeitada más baja y de más caracter es la dada por un experto barbero en una barbería cuya herramienta de predileccion debe ser una navaja corta-cuellos.

Decidido a experimentar con este método que prometía tanto por mi bienestar personal e higiénico, me dirigí a una barbería cerca de mi casa. El barbero es un viejo texano, racista, callado y serio. Tiene fotos de sus nietos adornando el local que es un tanto oscuro. Imagino que en alguna época de su vida salió en un anuncio de Marlboro corriendo caballo. Me senté en la silla y con orgullo exclamé "Aféiteme." El viejo lucía confundido. Explicó que conseguir barberos que afeitaran en esta ciudad era bien difícil. Mi deseo de explorar en un monólogo las raíces semánticas del término que se refiere a su profesión fue sabiamente suprimido. En cambio le pregunte donde podía conseguir navajas de seguridad, cepillito y crema de afeitar de esas a la antigua. El barbero no sabía: "Yo me afeito con una desechable."

La desilución es morir un poquito.

Más tarde ese día encontre otra barbería donde afeitaban por el precio hemorroidicamente incómodo de $25. Para que compares, un recorte en esa barbería cuesta $15. Por esa cantidad me deberían además mamarme la popeta.



Desafortunadamente, todavía no se que es una buena afeitada con carácter. Me he propuesto aprender por mi cuenta este olvidado arte que me hará mejor ciudadano. Luego vuelva de mi próximo viaje a la padre matria, España, trataré de comprar la parafernalia necesaria para afeitarme cómo en ataño. Deseenme suerte en esta empresa.

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