Monday, July 03, 2006

Boricua

Hay muchas cosas que vienen con ser un Pepe Coquí. Unas llegan inmediatamente que uno se muda aquí, como por ejemplo el fenómeno que mi gran amigo llama piña colada que se refiere al exoticismo que arrastra la etnicidad y sus efectos en las chicas. A medida que el inglés mejora a fuerza de palos, aprendí a pronunciar de forma diferente "tree" y "three" el efecto piña colada se va perdiendo. Creo que la confianza que me trajo el entender los chistes americanos me hizo más hablador y el misterioso Phobos se convirtió en el Phobos que no sabe cuando dejar de hablar tanta mierda y que ahora cuando habla español usa la ocasional muletilla en inglés. Sea cuál sea la razón, el efecto piña colada no duró tanto como hubiera deseado.

Otro efecto que me ha acompañado através de mis años en el exhilio académico es las constantes preguntas de gente que quieren entender que carajo es Puerto Rico, o el efecto estatus. Dependiendo cuanto desee hablar, mi contestación puede ser desde "es una colonia que no paga tax" hasta "nadie, ni Estados Unidos, ni la ONU, ni nosotros sabemos que carajo somos". (Nota Importante: no se permite hablar de política ni religión en los comentarios de este blog.) La mayoría de las veces son escuchados por gente que tienen una curiosidad honesta, aunque en una ocasión fue usado sólo como trampolín para insultar a mi país. Mi lógica en el momento fue de que no podía darle al bocón y a todo su corillo, así que mi única oportunidad era tirarlo de la terraza en el 3er piso donde estabamos. Por suerte, la jeva mía en el momento actuó instaneamente sacándome de la fiesta, y evitándome una bochornosa catimba propinada por los alicates del bocón seguida por un seguro arresto. Pero esa historia no es muy interesante, así que regreso a mi línea de argumento.

Un efecto que ha ido creciendo linearmente con el tiempo es el efecto Puelto Lico. Este surge en medio de la común falta de respeto propia de los latinos de cambiar a hablar al idioma español sin que nos importe que gente en el grupo no nos entiendan. He conocido gente de casi todos los países hispano parlantes, todos con sus diferentes acentos y frases características. "Güey", "Guayabo", "Chungo-Pastel", "Che" son algunos ejemplos comunes. Dentro de esta diversidad lingüistica, todos ellos están de acuerdo de una cosa: el puertorriqueño no sabe hablar. Su burla más común es referirse a mi como Puelto Lico. Trato de explicarle acerca del seseo y la lalación y todos esos efectos del habla puertorriqueña que cantabamos en el rap de la lengua en 8vo grado:
los anglicismos llegaron ya
la hache aspirada no se queda atrás
el seseo y la lalación
distinguen el habla del puertorriqueño.

Uh uh, ah ah
mi habla me fascina
Uh uh, ah ah
mi habla me enloquece.

Les explico en detalle para que cuando se burlen lo hagan correctamente, pero ellos me tripean cómo si fuera un chino. Le parecen muy curiosos mis anglicismos como "jangear" y palabras como "esnú". Es muy tedioso esto, y es difícil comunicarse cuando todo el mundo se ríe de como uno habla. Este efecto es función del grado de jibarería que uno traiga. Mi sospecha errada de que era conocimiento general que los puercos apestan mucho menos que las vacas sugiere que estoy en una percentila de jibarería bastante altita; yo viví junto a granjas de ambos, y pensaba que todo el mundo sabía esta importante pieza de información acerca de sus correspondientes tufos.

Hay otro efecto que he notado que trae una escala diferente de tiempo, y es el nuyorrican. Me refiero a cuando uno empieza con un exceso de llevar la patria con uno de formas superficiales, y termina uno con banderitas por aquí y por allá. Ya hasta la pañoleta de la bandera (como la de Chevi el Ponsoñú) me la compré. Ese efecto es muy poderoso, pendejo, periódico, pelabicho y espero que pasajero.

El último efecto que quiero compartir es el que trajo toda la discusión con la Srta. Pujols. Estoy refiriendome a cuando mis amistades que no son de la isla se refieren a mí como Boricua. La primera vez sucedió en una fiesta, que un mexicano gritaba eso para ver mi reacción Pavloviana. En la ultima semana noté que mucha gente que apenas conozco se referian a mí de esa forma. No estoy claro si todos ellos entienden que significa, o si pensaran que es sólo un apodo. Lo que si sé es que la poca gente que sí entiende que es lo asocian más bien con la canción de Nina Sky que dice:
boricua, morena, dominicano, colombia,
boricua, morena, cubano, mexicano,
oye mi canto

You see this is what they want
they want reggaeton (What, what!)
they want reggaeton
Esto es lo que quieren toma reggaeton
(Que que) Toma reggaeton

que con la canción de Bobby Valentín:
Soy boricua,
tu lo sabes.

Yo acepto el apodo, tratando de convencerme que tal vez lo usan de la siguiente forma:
Yo soy Boricua
mi amor es Puerto Rico
para mi islita
no existe galardón
nací en los campos
del centro de mi islita
yo soy Boricua
de sangre y corazón.

Ya yo he comentado antes de mis dificultades cuando confronto la realidad de que el reggaetón es mi embajador al mundo. Un ejemplo fueron mis aventuras en Tokyo, como la gorra que decía Boriqua o hasta el Karaoke donde tres japonesas me cantaron La Gasolina mientras perreaban. Pero al menos estas experiencias me parecían tan ridículas que eran entretenidas.

Sin embargo, para parafrasear a la Srta. Pujols, el hecho de que la palabra Boricua suene a J-Lo le deja un malsabor a uno en la boca.

Yo quería escribir que "le deja un malsabor a algarroba a uno en la boca", pero la Srta. Pujols insistió que una expresión tan charra ella jamas la diría.

2 comments:

Anonymous said...

Para un blog que prohibe la discusión de política, esta entrada es eminentemente política. El juego se llama poder y el tablero: política.

Phobos said...

Si, lo se. Eso es lo lindo del asunto este de los blogs, no?