Monday, April 17, 2006

Tonka, D Day

Antonia ha escrito acerca de las gorditas agradecidas, y hasta en D Day se encuentra uno con ellas.

Ella era una gorda cuadrada, inmensa, sólida, con un lunar inmenso en la cara, fuerte, como una troquera. Interactué con ella muy poco, ya que estaba muy ocupado siempre. Luego, durante un merecido break, ella se me acerca y me pide mi número de teléfono. Me sorprendió mucho el pedido, no es como que habíamos hablado nada. Ella era muy clara en lo que buscaba, y yo no tenía ni el mínimo interés en ella.

No tuve más remedio que darle el número, y entonces fue que empezó con su labia monga de que a ella no le gusta el flan, pero que ese le gustó, y que quiere que le enseñe como hacerlo. Le dije que luego de hacer tanto flan, no tenía ganas de ver un flan más en mi vida. Luego ella procedió a decir que ella pensaba que yo era bien cool y que quería jangear conmigo y ser mi amiga. Yo sonreí estúpidamente sin saber como zapatearmela de encima, mientras ella hablaba boberías genéricas. Dije algo en la línea de que está bien, pero que yo era una persona bien ocupada. Ella dijo que no importaba, que me llamaría mucho e insistiría todas las semanas. Hasta ahora lo poco que conocía de ella es que era bien fea, aburrida y se cantaba stalker.

Me jodí.

Luego de eso me fuí lejos, lejos, lejos de todo el mundo. Busqué un arbolito en lo oscuro, me recosté, bajé el sombrero de chef a taparme los ojos y me dormí profundamente. Me levantaron ruidos como los que haría un rinoceronte tratando de inflitrarse silenciosamente en un bosque lleno de ramas caídas.

Me levanté el sombrero, y allí estaba ella, preguntandome cómo estaba y si quería compañía. Le dije que estaba bien cansado, que quería estar solo y dormir. Y se fue así mismo como llegó: crunch crunch crunch. Yo no pude dormirme de nuevo, y me fui a terminar el alcohol que quedaba de la fiesta.

Más tarde esa noche, luego de mucha celebración, el cansancio por intoxicación y la intoxicación por cansancio me obligaron a dormir en un sofa-cama en el Rancho. Era de esos que el matre fue diseñado con un tubo que te rompe la espalda toda la noche y te manda derechito al quiropráctico. Durante la noche, se abre la puerta: eran dos muchachas, Tonka y una muy bonita. Estaban buscando donde dormir. Era obvio que una de ellas compartiría cama conmigo.

Tonka ocupaba 2/3 del matre.

La teoría de la relatividad general dice que la aceleración gravitacional es efecto de un objeto masivo que curva el espacio. Me ví reducido a acurrucarme en una esquina sin casi sabana, peleando por no chorrearme para el centro de la cama que estaba hundido curveandose hacia su hoyo negro. Me dormí agarrado del borde de la cama. No se si temblaba de frío o del miedo.

Su respiración profunda y pesada resonaba de una forma horrenda dentro de su inmensa cara. Sus ronquidos parecían cantos cetáceos. Biólogos marinos del mundo, por fin nos podremos comunicar con los gigantescos mamíferos acuaticos gracias a Tonka.

Cómo si fuera poco, Tonka recibió más de 10 llamadas al celular. Su ringtone era uno de esos que tenía que tener en la descripción alguna palabra cómo "conga" o "calipso" y evocaba imagenes de un enanito rumbero armado con maracas, bailando al ritmo pregrabado de un tecladito eléctrico. Su sueño pesado hacía que no contestara el ring del celular a menos que yo le gritara algo. Me cago en la madre de los celulares.

Por la mañana ella se levantó y se fué.

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